sábado, 18 de diciembre de 2010

País colapsado

Ayer tenía que volar a Madrid desde Ámsterdam. No pudo ser.

[Si quieres ver más, el canal oficial del aeropuerto muestra cosas como esta.]

Debido a la nevada monumental que está barriendo Europa, todos los aeropuertos centroeuropeos fueron cayendo como mosas uno tras otro: Munich, Ginebra, París... luego Londres también y Schiphol (Ámsterdam) estuvo operando solo con una pista abierta.

A las 09:30h llegué ya al aeropuerto y me encontré en las pantallas con mi vuelo cancelado (geannuleerd) y prácticamente todos los anteriores con anotaciones en rojo avisando de retrasos (vertraagd). Cuando llegué al mostrador de la compañía para que me ofrecieran una alternativa, todo el resto de vuelos empezaba también a actualizarse como cancelado, cancelado, cancelado... ¡Una fiesta!

Por haber llegado temprano, estaba en un cómodo tercer o cuarto lugar en la fila. Ya habían organizado los típicos separadores en zig-zag en todos los mostradores para organizar las esperas. Además, un par de azafatas con kilómetro y medio de tacón intentaban dar prioridad a los pasajeros con destino transoceánico (Nueva York y San José de Costa Rica fueron los que pude oír).

Entretanto, las horas iban pasando y allí solo 2 personas consiguieron un realojo. Claro que, en vista de lo que fue ocurriendo después, no sé si habrá sido tan buena la idea de conseguir un vuelo para el mismo día. Al tiempo que el aeropuerto se iba llenando de gente, más y más vuelos se iban dando de baja.

En el mostrador nos iban soltando con cuentagotas qué espacios aéreos se encontraban cerrados, qué vuelos iban teniendo que dar la vuelta debido a que no podían sobrevolar esos espacios aéreos y, en resumen, que seguían esperando para ver qué podían ofrecernos. Por otra parte, el aeropuerto empezó a repartir chocolatinas y bebidas, símbolo inequívoco de que aquello iba para largo. Y la nieve seguía cayendo. Hasta que al final, prácticamente todos los vuelos para todo el día acabaron cancelados.

Finalmente, a eso de las 13:15h hablamos con la ventanilla de al lado y conseguimos que se pusieran hasta la friolera de 2 personas a atendernos y conseguí un vuelo para mañana hasta Barcelona. Las previsiones meteorológicas no son mucho mejores que las de ayer u hoy, pero al menos podían tener tiempo para limpiar las pistas.

En cualquier caso, no fue el avión el único medio de transporte afectado. Para volver a casa, tuve que montarme un autobús que tardó 30 minutos en aparecer (cuando debía haber uno cada 10 minutos), que ni siquiera era el que quería coger y que finalmente solo me llevó hasta parte del recorrido porque desde esa hora se cancelaron todos los autobuses de la región de Ámsterdam, me pareció entender (al menos los periféricos). Las caravanas de coches en las carreteras eran interminables, las gasolineras no podían alojar más vehículos, los arcenes estaban plagados de gente rellenando partes de seguros... ¡Un caos!

Además, los trenes sufrieron mil retrasos, desvíos y también cancelaciones; las colas para comprar billetes nacionales e internacionales desesperaban al más paciente de los viajeros y el desconcierto también era generalizado por allí (al menos en la estación de tren de Schiphol).



En resumen, un país paralizado por una nevada que no ha alcanzado más allá de la rodilla, mientras no he visto ni el primer quitanieves ni alguien echando sal. Y lo peor es que esta nevada no ha podido pillar a nadie por sorpresa, ya que vienen anunciándola desde, por lo menos, el lunes.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Frío y nieve

Nuevamente ha llegado el invierno. Cayeron cuatro copos de nieve el lunes y aún siguen ahí. Hoy al salir de casa vi 3.5 grados bajo cero. Pero deja postales como las que acompañan estas líneas.