miércoles, 30 de septiembre de 2009

Día de playa...

... o casi. Porque ha hecho un sol del copón durante el fin de semana. Y yo estaba un poco impaciente de conocer las playas holandesas (bueno, o al menos alguna de ellas). Así que me pillé 2 metros y un bus y, en algo menos de 2 horas, estaba yo en la IJmuiden en Zee.



Si no fuera porque hacía un frío de cuando el grajo vuela bajo, hasta me hubiera animado a disfrutar de la playa al estilo tradicional (tomar el sol, darme un bañito...).



Pero me conformé con ir hasta allí, tocar la arena y el mar, para después sentarme en una terraza (llamarlos chiringuitos sería devaluarlos) a disfrutar de un trozo de tarta de manzana y un café... a un precio sorprendentemente económico.



Lo más sorprendente, si cabe, es que cuando llegas a la playa te recibe el siguiente cartel:


Efectivamente, hay un museo de búnkeres antes de llegar a las dunas. ¡Alucinante!

martes, 29 de septiembre de 2009

Tiendas especiales

Muchas veces, he de decir que me cuesta saber dónde debo ir a comprar ciertas cosas. Por ejemplo, no me resultó fácil encontrar un lugar en el que comprar un cortaúñas. Sin embargo, el sábado comprobé que en Ámsterdam hay tiendas de todo tipo, a cual más curiosa. Concretamente, al rededor del mercado de flores encontré algunas muy peculiares:

Una tienda de bombillas


Una tienda de mosquiteras y hamacas


Una tienda de artículos de Navidad



Y bueno, si te sales un poco de la ciudad y vas hasta IJmuiden, también puedes encontrarte una tienda de artículos militares

domingo, 27 de septiembre de 2009

Tarde en Ámsterdam

Ayer hizo un día estupendo y me fui a pasar la tarde a Ámsterdam.

Como no llevé mapa, no tengo muy claro por dónde anduve todo el tiempo, pero lo puedo resumir en los siguientes puntos de control (para el aficionado a los videojuegos de coches, checkpoints): Museumplein, Leidseplen, Spui, Waterlooplein, Rembrandtplein, Stadion.


Lo primero que me llamó la atención fue la cantidad de gente que había en todas partes. No es que todo estuviera lleno ni nada por el estilo, pero sí que había vida por todas partes; más que en julio o agosto. En la plaza de Spui me senté a tomar un café en una terraza. Allí había artistas de todo tipo: acróbatas, guitarristas... y creo que a mi lado había una escritora francesa firmando libros (el grupo hablaba francés y una mujer firmaba los libros que la gente sacaba de la librería de enfrente).


Además, aquí en vez de el Cow Parade, tenemos el Elephant Parade. Puedes ver 3 de los elefantes en la foto anterior. Pero, además, ves uno de cerca en la foto que acompaña este párrafo.

Después, caminando hacia el centro, por todas partes oía a la gente hablar francés. Ya me estaba imaginando esta entrada titulada algo así como "la tarde en que Ámsterdam fue tomada por franceses". Pero finalmente tengo que decir que los españoles ocupaban la otra mitad. O tal vez fue que al atardecer, el resto de europeos se van ya a dormir. Sobre todo por Rembrandplein lo único que oía hablar era castellano. ¡Incluso a los vendedores de las tiendas de souvenirs! Y aunque suene a tópico, en todas partes encontré gallegos. Ya empieza a no sorprenderme oír a Carme gritar a Manolo que se acerque, que ya encontró lo que buscaban.


Finalmente, creo que el tema de las obras es algo ya habitual en todas las ciudades. A nadie le sorprende que haya calles levantadas una y otra vez para pasar el gas, el agua, el teléfono, el cable o cambiar las aceras. Sin embargo, aquí en Ámsterdam tienen algo diferente que pueden hacer: ensanchar las calles. Para ello solo tienen que poner una pared por aquí, desviar el canal por allá... y listo. Y para muestra, la foto de la derecha.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Concierto en la Vía Láctea

O lo que es lo mismo, un grupo de música minimalista haciendo su música en directo en un edificio que se llama Melkweg (o Vía Láctea). No en vano, el antedicho edificio, originalmente, era una fábrica de productos lácteos... o eso me dijeron.

El caso es que, a golpe de martes, me fui de fiesta al corazón de Ámsterdam, cerca de Leidseplein. Los locales son libres de humo (solo se permite el humo que echan para el espectáculo) y eso se nota mucho. El pelo, la ropa... ¡nada huele a humo cuando vuelves a casa ni a la mañana siguiente cuando te despiertas!

El grupo que actuaba se llama The Orb y produjo sonidos interesantes (no me atrevería a llamarlo música) y me lo pasé bien.

Entre otras cosas que me llamaron la atención, destaco:
  • Empezó a las 21:00h y acabó a las 23:00h
  • los vasos son de plástico duro, de usar y tirar (espero)
  • la cerveza no la sirven en esos vasos de plástico, sino en otros de cristal
  • les pasan un agua a los vasos para refrescarlos
  • me llevé uno de los vasos de plástico, y esto empieza a hacerme sospechar si padezco de cleptomanía

Antes del concierto cenamos en un restaurante italiano. Me pareció que la comida era bastante artesanal y probablemente vuelva. Después del concierto fuimos a una cervecería donde me tomé una Piña Colada que el camarero hizo de manera muy artesanal y probablemente vuelva por allí también.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Hasta pronto

Hoy es el último día que paso en casa durante esta visita, antes de volver a Ámsterdam. Hoy quiero hacer una entrada diferente, especial, dedicada a vosotros, a los que me seguís, a los que os acordáis de mí; a quienes disfrutáis de mi compañía y me hacéis disfrutar a mí de la vuestra. Quiero daros las gracias a todos los que habéis compartido tiempo conmigo durante esta semana. Por eso cambio el tono de esta entrada y la dirijo a "vosotros", en vez de a "ti", como es habitual.

Sé que cuando me marché, hace casi 3 meses, fue todo muy brusco y algunos os enterasteis cuando ya no estaba aquí. Varias veces me habéis reprochado que os avisé cuando ya era tarde. Espero que sepáis entender que no tuve más opciones. A algunos os lo he podido explicar esta vez con más calma. De muchos, aún, no me he podido despedir en persona, pero no descarto que nos encontremos aquí o allá en cualquier momento. Sabed que, desde ya, os echo de menos.

Esta semana ha sido intensa y muchos encuentros han sabido a poco, pero al menos os he podido decir adiós. Esta semana ha sido una especie de punto y aparte. Desde ahora ya siento que me he mudado a Holanda del todo, porque ya me he despedido. Allí estoy y allí podéis venir a verme. ¿Hasta cuándo? No lo puedo anticipar.

Esta semana quedará señalada en el calendario y grabada en mi memoria durante mucho tiempo. Cada momento, cada encuentro, cada visita, me han acercado de nuevo a vosotros pero a la vez han iniciado el distanciamiento. Un distanciamiento que entiendo inevitable dado que no nos vamos a ver en mucho tiempo. Por mi parte, sin embargo, espero que sean solo 2.000Km de espacio físico lo que nos separe y que siempre podamos volver a entendernos. Por la vuestra, decidís vosotros.

Recordad, en cualquier caso, que para llegar hasta aquí hemos vivido muchas cosas juntos y eso siempre deja huella: un techo, un viaje, una clase, un trabajo, un café... todo eso nos ha unido. Eso os ha llevado a que estéis ahora leyendo estas líneas. Eso me ha llevado a mí a escribirlas.

Tal vez, también, estas líneas sigan manteniéndonos unidos de algún modo. Hasta pronto.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Viaje a Coruña

¡Hogar, dulce hogar!

Aunque hoy ha sido el primer día que he podido pararme un poco a darme cuenta de lo bien que se está en casita, ya llevo por aquí unos días. He estado con amigos y familia, he visitado un par de sitios y he ido de fiesta.

Esta semana tengo vacaciones, que comenzaron con el viaje desde Barcelona. Después de acabar el curso, pillé un taxi con un compañero de curso holandés y llegamos al aeropuerto. La nueva T1, tan anunciada y publicitada, se merece todos mis halagos. El personal que la atiende, sin embargo, se merece todos mis puñetazos.

Para empezar, al ir a sacar la tarjeta de embarque, de nuevo con mis dos mochilas y la maleta, el señor del mostrador de facturación me hizo saber que me hacía el favor de hacer la vista gorda y permitirme llevar 2 bultos (las 2 mochilas) como equipaje de mano. Yo le hice saber que estaba encantado con su magnanimidad y le agradecí encarecidamente su gesto. Pero, en realidad, no me gustó nada esa actitud.

A continuación, el control de seguridad no fue mejor. Lo que en Schiphol no dio problemas a nadie, en el Prat hizo que saltaran todas las alarmas. Como llevaba 2 portátiles, llevaba sus correspondientes 4 cables de alimentación + transformadores. Además, llevaba un candado Kensington (de estos de amarrar el portátil para que no te lo manguen), auriculares, el cargador del móvil, una pelota de espuma y mil cosas más, aparte de una tonelada de papeles y el manual del curso encuadernado en espiral. Pues nada, que el candado Kensington no podía pasar.

- ¿¡Pero qué me estás contando!?
- Lo siento, pero no vas a poder pasarlo. Es un cable demasiado rígido, ¿ves? -sujetando el candado en la mano, lo intentaba doblar sin éxito- y no está permitido. Además veo...
- ¡Pero que no puede ser! Que es de la empresa, que en Ámsterdam no se quejó nadie, que...
- ¿Me permites ver la bolsa?
- Sí, sí, mira lo que quieras. Que no llevo nada...
- Es que veo que llevas los dos portátiles y sus cargadores, pero este cable de aquí -ahora señalaba el cable de alimentación del portátil en la pantalla con el resultado de los rayos X- no consigo verlo en la mochila. ¿Dónde lo llevas? -como si me hubiera currado un doble fondo para esconderlo, ¿no te jode?-.
- Pues está ahí, con el resto, mira...
- Vale, vale, solo quiero verlo. Es que me parecía también demasiado gordo... -y yo pensaba, "gordas las hostias que había que darte a ti, cegata imbécil"-.

En esto se le une una compañera
- ¿Qué ocurre?
- Este cable no se puede pasar, ¿verdad? -dijo la que inició el chequeo. Pero en este punto, habían perdido ya el norte; la una no sabía de qué cable hablaba mientras buscaba el de alimentación; la otra magreaba el candado y se preguntaba qué buscaba la primera-. Me parece demasiado rígido

Y yo de nuevo:
- ¡Que te digo que solo habéis puesto problemas vosotras! Que...
- Efectivamente, ese cable no se puede pasar porque es muy rígido y no está permitido. Vas a tener que dejarlo aquí.
- ¿¡Pero qué me cuentas!? ¡Que es el candado del portátil! ¡Que no voy a estrangular a nadie con él! Y además...

Entonces se le desfigura la cara a la segunda segurata, me pone ojirrines y me suelta:
- ¡Ah!, si es del portátil sí. Es que no me había fijado. Es que el del portátil es la excepción, es que... -¿pero serás hija de...?-.

Con la tensión a punto de romperme el cuello:
- ¿¡Qué!?

Y la primera:
- ¿¡Cómo!? -dejó de buscar el cable de alimentación de la mochila-.

De nuevo la segunda:
- Es que no me había fijado, claro -aleccionaba a la primera-. El portátil y sus accesorios pueden pasar. Es la excepción.

Ni siquiera un "disculpe". Si en ese momento no llego a ver a mi colega de curso, el holandés, que me estaba esperando y se acercó (supongo que viendo el cariz que tomaban las cosas) a estas alturas me estarían sacando de la cárcel por proferir unos cuantos improperios a los agentes de Prosegur. De hecho me he vuelto a cabrear solo recordándolos. Porque, a todo esto, se unen dos aventuras más con los agentes de esta empresa, en ese mismo aeropuerto, en las que no tenían ningún tipo de razón para tocarme las pelotas de esa manera y que lo acabaron haciendo por inútiles. ¡Panda de incompetentes! A la próxima les pido el número de placa y que me pasen con su superior. ¡Estoy harto!. He dicho.

Total, que me tomé un café para relajarme y dos horas después estaba yo sentado en mi avión rumbo a Madrid.

Barajas no fue peor que el Prat, aunque el vuelo salió con media hora de retraso.

Llegué a Alvedro por la noche y espero que mi semanita aquí vaya bien. De momento, está siendo muy relajante.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Barcelona: Días 4, 5 y 6

El miércoles no hice nada especial, creo. El jueves fui un rato de fiesta. En principio solo iba a ir a cenar, pero perdí el último tren así que me quedé un rato y luego pillé un taxi. Llegué a las 04:00h al hotel.

Como el viernes era día festivo (Diada de Catalunya), ese día fue un caos. ¡Ya no me acordaba de que el país se paraliza cuando es festivo!

Todo comenzó, de hecho, cuando llegué el jueves a la tarde al hotel. El Servicio de Habitaciones me había dejado una nota diciendo que el viernes el desayuno sería una hora más tarde. Allí bajé yo, una hora más tarde, y apuré los huevos revueltos + bacon + jamón + queso + tortilla de patatas + café para intentar llegar a tiempo al cursillo. Subí corriendo a la habitación, metí todo lo que me quedaba por meter en la maleta y bajé a recepción para hacer el check-out. Resulta que en ese momento solo estaba allí el camarero del bar y no podía ayudarme. Esperé un ratillo a que trajera a la recepcionista y comenzó el trámite. Me dio una factura con la dirección que aparece en mi DNI, pero como no me da la gana de que aparezca esa dirección, le pedí que la modificara. La dirección de Holanda no es particularmente fácil de escribir para un español, así que me dio un papel para que se la escribiera primero (bien podía haberme dejado directamente el teclado...) y total para nada, porque el código postal, finalmente lo escribió mal. Da igual, agarro todo el papeleo, pago con mi American Express y mientras voy cargando como una mula con mis 2 mochilas y la maleta de camino a la estación de tren, voy metiendo los tickets en un bolsillo y buscando el billete del tren en mi cartera. Cuando llego, a las 9:14, veo que el tren está saliendo de la estación.

En cualquier día normal, eso habría significado tener que esperar 6 minutos hasta el siguiente tren. Pero era festivo. Así que fue casi media hora. Visto que no iba a llegar a clase a la hora prevista, llamé a mi profesor (tenía su móvil porque salimos a cenar los de clase con él la noche anterior) y le conté la batalla. Pero lejos de arreglarse la situación, cuando por fin cogí el tren y llegué al destino, como seguía siendo festivo, ¡el autobús hasta el centro de formación, ese día no funciona! ¡Mecagüentó! ¡A patear! Tiqui tiqui hasta clase, con mis dos mochilas y la maleta, bajo un sol de justicia... ¿para qué coño me duché yo ese día?

Bueno, finalmente llegué, me senté y me bebí 1 litro de agua.

El viaje de vuelta no mejoró mi día y eso vendrá en entregas sucesivas.

martes, 8 de septiembre de 2009

Barcelona: Día 3

Hoy me he levantado a la misma hora de ayer, pero he llegado al edificio una hora antes... o bueno, lo habría hecho.

El caso es que por aquí pasan 2 trenes, pero uno de ellos va a un sitio que no tiene nada que ver con el sitio al que yo quiero ir, y ese fue el que cogí. Para no perder la costumbre, vaya.

Así que en la primera estación me bajé, me volví a la original, dejé pasar otro tren inservible y luego ya llegó el bueno. Aventura divertida para emepezar el día.

Luego he conocido a más compañeros de curro y su oficina. El curso ha sido muy práctico aunque intenso, hoy.

A punto de acabar la jornada lectiva, me han venido a buscar para que acompañase a un técnico que iba a resolver un problema in situ. He recogido mis bártulos y me he ido con él. He conocido a un cliente, hemos resuelto el problema y la experiencia ha sido muy positiva. Estoy deseando que me vuelvan a llamar para algo así :-). Finalmente, el colega me ha traído hasta la puerta del hotel y luego he ido a cenar.

La comida ha estado sorprendentemente bien, teniendo en cuenta que hoy me he quedado en el hotel y que, a priori, las comidas de hotel no me gustan.

Luego he actualizado el blog y, en breves, me iré a dormir.

Barcelona: Días 1 y 2

¡Ayer por fin pisé la playa este verano! ¡Sí, sí, sí, sí, sí!

Estaba tan contento que hice un posado en la orilla que ya le habría gustado a la Obregón en sus mejores tiempos, pero finalmente he decidido no publicar las fotos en cuestión. Mi cuerpo atlético seguirá quedando en la intimidad de la tarjeta de memoria de la cámara.

Además, hoy he tenido ya la primera jornada del cursillo. Esta vez el profesor es italiano y tengo compañeros del Reino Unido y Holanda. Empezó siendo bastante práctico aunque hoy nos han avisado de que mañana será más denso. Seguiré informando.

Por la noche he ido a Barcelona de nuevo, aunque esta vez me han invitado a cenar. Todo buenísimo pero y, con ello, le salgo barato a la empresa... Pero no iba a rechazar comida casera, ¿no?

domingo, 6 de septiembre de 2009

¡Hola desde Barcelona!


... bueno, Barcelona provincia; más concretamente Sant Cugat del Vallés.

Aquí me encuentro, con mucho calor y solete, preparándome para vivir, desde mañana, un nuevo cursillo de formación.

No quería dejar pasar la oportunidad de saludarte, y compartir contigo la habitación del hotel. Intentaré evitar lo que ocurrió durante el cursillo anterior (no escribir nada durante toda la semana y hacer luego una entrada kilométrica) y trataré de escribir un poco todos los días.

Bueno, allá voy:
La habitación del hotel


jueves, 3 de septiembre de 2009

Actualización: La barbacoa

No, no me ha dado por recuperar para este post la canción de Georgie Dan. Sino que hasta hace un rato, hemos celebrado en la empresa que hemos comprado a otra empresa y que sus empleados ahora son nuestros compañeros... o algo así (es que las comunicaciones fueron en holandés y, honestamente, no domino el idioma del pato Donald).

El caso es que me he agarrado un pedal interesante... y bajo sus efectos escribo. Siempre, por supuesto, por debajo del umbral que marca el jefe.

Es igual. Decía que la barbacoa consistía en todo tipo de ensaladas en una mesa bajo una carpa azotada por un viento huracanado que te llenaba la copa del agua de la lluvia. Bueno, y la carne de la parrilla claro. Antes que eso estuvieron una hora hablando de los números combinados de ambas empresas... en perfecto holandés, imagino, porque no entendí nada y todavía no había bebido más que zumitos de naranja. Aunque me lo monté bien y solo tuve que aguantar los últimos 5 minutos de charlas más un aplauso y luego ya a comer y beber por la cara. ¡Sí, sí, barra libre!

Mañana actualizaré el post con la foto que hice de la comida porque ahora cualquier esfuerzo necesario para erguirme, coger el móvil, extraer la tarjeta de memoria, introducirla en el adaptador, introducir el adaptador en el lector del ordenador, buscar la foto, copiarla al disco duro, cambiarle la resolución, subirla a Picasa y cambiarle la resolución para que ocupe poco en el blog se me antoja harto ardua.

Un abrazo, ¡hip!

--- Actualización:
La foto prometida:

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Fin del periodo de prueba

Ayer acabó mi periodo de prueba en la empresa. Y hoy he recibido la felicitación de mi jefe por ello.

Como celebración, mañana vamos a tener una barbacoa para todos los empleados de la compañía (una vez más, una celebración que coincide con un evento que puedo relacionar conmigo, pero que no es así).

Sin embargo, si me dedico a interpretar las señales que me envía la Naturaleza, no sé si será bueno esto. Me explico. El lunes (día antes de acabar mi periodo de prueba), vi dos "peleas" entre animales. La primera, la protagonizaron un gato y un par de aves. El gato se agazapó, meneó el culo de un lado a otro y saltó sobre una paloma... que se le escapó, evidentemente. Al rato hizo lo mismo con una tórtola, con el mismo resultado. Nada que no hubiera visto antes.

La otra, más divertida de ver, la viví en las praderas rodeadas de canales que hay al sur de mi casa. Una vaca curiosa se acercó hacia una pareja de cisnes que estaban descansando sobre la hierba junto a su polluelo gris. A estos les costó arrancar, pero finalmente se levantaron y recularon hacia otro lugar. En ese momento, otra vaca vio la fiesta y decidió juntarse a ver... pero finalmente debió de ver que la hierba que ocupaban los pájaros tenía buena pinta y se puso allí a pacer. Entretanto, la primera vaca seguía intentando hacerse amiga de los cisnes. Y estos volvían a darle esquinazo. La segunda vaca iba siguiendo el rastro. Todo esto como a cámara lenta. Hasta que llegó el punto en que no quedaba más tierra y la solución era tirarse al agua. Pero se ve que estaba fría, o sucia, o que simplemente a los cisnes no les venía bien, así que dejaron de dar marcha atrás y empezaron a bufarle a la primera vaca. Al principio esta reaccionó sorprendida y levantó un poco la cabeza. La segunda levantó también la suya, pero sin dejar de rumiar. Los cisnes seguían emitiendo su sonido y la vaca los miraba fijamente. 6 ojos contra 2. La tensión se palparía en el ambiente, si no fuera porque todo era muy cómico. Mantuvieron aquel tira y afloja durante una eternidad, pero finalmente la paciencia de las vacas se acabó y la sangre no llegó al río. Vaca_1 miró a Vaca_2, Vaca_2 asintió, echó un vistazo lascivo a la hierba que iba a dejar atrás y se encaminó al otro extremo de la finca, en dirección al resto del rebaño. Vaca_1 la siguió poniéndose a la par que esta, como comentando la jugada. Los cisnes se tiraron al agua y todo arreglado.

No pude dejar de ver en esa escena simple cabezonería por ambas partes: "No me da la gana de que tú me hagas tirarme al agua; me tiro porque me lo pide el cuerpo a mí" y "¡Ay!, mira qué aves más grandes, ¿a ver cómo son, a ver...? ¡Pero estate quieto, hombre, párate ya...!" Y cómo la situación se habría resuelto con un poco de comunicación y voluntad por ambas partes.

Por eso... ¿será esto algún tipo de premonición? ¿Tendré que enfrentarme a situaciones similares? ¿Se resolverán, igual que las escenas que vi, según la distribución "cada mochuelo a su olivo"?