viernes, 16 de abril de 2010

Cena a la italiana

He recibido críticas y más críticas últimamente por no haber escrito en mucho tiempo... La verdad es que poco nuevo hay que contar. O quizás es que me esté acostumbrando ya a todo lo que ocurre por aquí y ya no me sorprenden las cosas igual que al principio (¡qué miedo!).

En fin, esta noche he ido de cena con mis compañeros de curro italianos además de otro italiano más que vino de Italia a pasar aquí esta semana. Por cierto, el pobre hombre tendría que volar hoy de vuelta a Milán pero, dado el panorama con el volcán Eyjafjallajokull (que no jode solo físicamente, sino también si intentas hablar de él), me temo que se va a tener que pillar una bici prestada.

Pero eso, que ayer fuimos a cenar los 4 italianos y yo a un restaurante italiano, atendido por italianos y con cocina italiana hecha por italianos de verdad. Lo que comimos :
  • antipasti di mare caldo (revuelto de pescados y algún tipo de pasta)
  • parmigiana (berenjena, queso, tomate, huevo...)
  • cruscieta (pan tostado con tomate, queso de oveja, orégano...)
  • spaguetti vongole
  • lasagna
  • linguina a la gallinella (aunque no quedaba gallinella y lo cambiaron por rombo)
Aquello era todo en plan familiar, todos comiendo del plato de todos. Aparentemente es como hay que hacerlo y yo soy un mandao. Además que así probé de todo. Y todo bueno, dicho sea de paso.

El restaurante tenía un nombre muy italiano, pero no lo recuerdo. Tampoco es relevante. Pero sí lo es que los dueños son amigos de uno de mis compañeros, así que nos trataron a cuerpo de rey. El pescado era fresco (el hombre va todas las mañanas al mercado a por él). Fue una noche muy divertida, de risas internacionales y anécdotas que solo los italianos, con su cantinela característica, pueden contar.

De todas formas, puede que algo haya fallado en la recopilación, y me hago cargo. Porque la "noche" empezó a las 19:30h, en la que yo colaboré con un renqueante dialecto del italiano aderezado con palabras en gallego aquí y allí (lo entienden mejor que el castellano, aparentemente). Y después de un par de birras (eso sí que es hablar italiano del bueno), un par de copas de vino blanco (o puede que alguna más) y otro par de chupitos de limoncello (nos plantaron la botella en la mesa para ir "a voluntad"), mi italiano resultó de lo más fluido, genuino y casi nativo. O al menos yo lo entendía todo y ellos a mí también, que era lo importante. 

La dolorosa nos cortó un poco el cachondeo, pero... ¡un día es un día! Luego, un paseíto hasta casa (es lo bueno de que no llueva estos días) y hoy, feliz como una perdiz, a trabajar de nuevo. Hasta ahora, que acabo la jornada y empiezo el fin de semana.

PD: si se te atraganta la cantidad de veces que he escrito la palabra "italiano" en este texto, lo lamento, pero no he encontrado sinónimos.

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