viernes, 30 de abril de 2010

30 de abril: Koninginnedag

Resulta que el día 30 de abril es festivo en este país para celebrar el cumpleaños de la reina. Que tampoco es que sea cierto del todo, puesto que el cumpleaños de la reina actual, Beatriz, no es este día. Sin embargo, como el suyo coincide en invierno, decidió mantener el de su madre Juliana. Y para no liarla, en vez de "el día del cumpleaños de la reina" lo renombó a "el día de la reina", que aquí llaman Koninginedag.

El caso es que es la única fiesta que de verdad celebran en los Países Bajos. Todo se tiñe de naranja, la gente se echa a la calle a hacer el ganso y, además, aprovechan para poner puestecillos donde venden los trastos viejos que sacan de las buhardillas. Es el único día al año en que esa actividad está permitida.

Yo este año me he unido a la fiesta yendo a Ámsterdam y recorriendo sus calles. A continuación el testimonio gráfico.

Según salí de casa vi una exhibición de patriotismo, al encontrar una bandera en la fachada de una vivienda. A continuación vi otra.
El día amaneció lluvioso así que, aunque en Damrak (la calle principal según sales de la estación Central) y en la plaza Dam, había gente, lo que nos encontramos no es nada comparado con lo que nos encontraríamos al final del día. Además iba todo el mundo tapado e impermeabilizado... poca fiesta, vaya.
El evento es tan importante, que los comercios convencionales están cerrados, incluyendo iconos de esta ciudad como el museo del sexo (en la foto se ve que la persiana está bajada). Quedan en servicio la cantidad de puestos ambulantes que permiten a los viandantes comprar el atrezzo naranja necesario para mimetizarse con el entorno, los que venden comida, bebida y tabaco, además de los que cada uno puede montar para vender sus trastos viejos.
¡Hasta churros se pueden comprar!
En los canales empezábamos a encontrar ya algún barco de fiesta. La descripción estándar incluiría disfrazar el barco con algo naranja, ponerle un equipo de audio alimentado con un generador y cargarlo de gente disfrazada de naranja dispuesta a emborracharse y bailar alegremente saludando a los peatones que los jaleen.
Por motivos que no alcanzo a comprender, los "marineros" se lanzaban a los zuecos que les pasaban los "pescadores" con sus cañas desde los puentes, y les echaban dinero.
A media mañana empezó a despejar el día y en Leidseplein ya se había apelotonado la gente para escuchar la música de las diferentes fiestas que había allí al aire libre. Además, los pubs de la zona habían montado sus chiringuitos y daban comida hecha a la parrilla/plancha y bebidas. Daban vasos de plástico rígido que, si se los devolvías, te abonaban un euro y así pagabas el precio de los carteles.
Todo el mundo llevaba, de una manera u otra, un cargamento importante de cerveza: bolsas llenas de latas, botellines, litronas, packs de 6 latas... y precisamente era lo que vendían estos chavales desde su ventana del primer piso.
En Vondelpark se junta también mucha gente para llevar a cabo diversas actividades, muchas de ellas destinadas a vaciar los bolsillos de los transeúntes: tocar instrumentos, "cantar", dar un espectáculo, vender "artesanía"... ¡aquí no hay vergüenza, oiga! Pero también es un parque estupendo para ir y pasar la tarde al sol. De hecho, allí estuvimos un par de horas sentados, conociendo gente nueva... una gran experiencia.
De vuelta a Leidseplein, ya por la tarde, nos la encontramos abarrotada. Y hasta los bomberos llevaban una cresta naranja y bailaban en sus camiones.
Por Keizersgracht, el canal estaba saturado de barcos y más barcos.
Yo intenté poner orden, pero no pude hacer nada ;-).
Llegando a Waterlooplein, las aguas quedaban más tranquilas...
...pero las calles estaban llenas de gente que se agolpaba en torno a los altavoces de los DJ's que había en pequeños "altares" a las puertas de los bares. Había diferentes tipos de música y en uno de ellos oímos "Eres tú", de Mocedades.
Como curiosidades, destacar que todavía estamos en época de tulipanes, y como muestra este macetero lleno de diferentes colores y variedades.
La posibilidad de hacer puenting desde una grúa, evidentemente, porque los puentes de esta ciudad no dan para más que remojarse los pies.
Finalmente fuimos a una fiesta techno en un parque de nombre impronunciable cerca del zoo, pero estaba a reventar y nos fuimos de allí en seguida. Pero de camino nos encontramos a la policía actuando en el canal. Ni idea de lo que pasó, pero nos resultó curioso.
Para terminar la entrada, incluiré esta perla d eun chaval que llevaba un pie puesto en el escalón trasero de la ambulancia (parece que iba buscando sus servicios), de forma que cuando esta avanzaba, tiraba de él. El mayor problema que yo vi, dejando a un lado la cogorza del mozo, es que los raíles del tranvía iban demasiado cerca de sus ruedas y que él iba mirando para todas partes menos para delante.

Afortunadamente, todo el tráfico rodado, incluyendo tranvías, estaba cortado y las calles las tomaron los viandantes.

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