martes, 15 de junio de 2010

Fiebre por el fútbol

Lo de este país y el fútbol es algo que no deja de sorprenderme. Si bien el Ajax (equipo de Ámsterdam) apenas levanta seguidores, cuando la selección nacional juega por ahí adelante medio país se paraliza (digo medio porque la otra mitad son los extranjeros que tiran de él durante ese periodo).



Para empezar, todo se ha vuelto naranja. Las casas se han cubierto de banderas de plástico que permiten a sus dueños alardear de patriotismo. ¿Alguien encuentra la manera de entrar en la casa de la foto siguiente?


Los coches llevan banderas naranjas con leones pintados (aparentemente los holandeses se identifican con la fuerza del león), ensartadas entre las ventanas y sus raíles. La marca de tiendas Blokker (que no sabría identificar con un comercio concreto, porque vende desde cosas a 1euro hasta electrodomésticos, pasando por películas, discos y artículos de droguería) vende boas naranjas, peluches naranjas, camisas naranjas, menaje naranja... La cadena de supermercados Albert Heijn (aparte de vender boas naranjas), regala peluchitos (véase, "peluches pequeños") naranjas por cada 10euros de compra. La cadena de la competencia, C1000, regala voetbalgogo's (o lo que es lo mismo, gogos de fútbol). Los ¿caramelos? m&m's (esos que se derriten en tu boca y no en tu mano) se venden en una bolsa especial "edición del mundial" que solo incluye los colores de la bandera holandesa (más naranja). En el trabajo, han cambiado las servilletas blancas de papel de toda la vida por otras más grandes, gordas y suaves... de color naranja, por supuesto; además de añadir manteles de papel individuales con el calendario de la competición impreso (para estar al día).

Todo esto, para empezar, decía. Porque, para continuar, todo el mundo ha adaptado su vida al horario del Mundial. Por ejemplo, ayer jugó Holanda contra Dinamarca (con resultado de 2 a 0, para deleite de los lugareños). Durante las dos horas que duró el partido, toda la empresa se arremolinó a verlo ante las pantallas que tenemos desplegadas y que suelen mostrar propaganda corporativa, anuncios de eventos próximos y el estado del tráfico (el otro deporte nacional). Nadie dio palo al agua durante ese tiempo. Y los que lo intentábamos (alguna mirada de reojo siempre se escapa), teníamos que mantener la tensión a raya entre los "huuuuyss", "aaaahs", y vítores que emanaban de las congregaciones.

Sin embargo, no he visto a nadie llevando una camiseta de su selección.

En fin, esta gente de carácter cambiante todavía da sorpresas... Me pregunto qué pasará si mañana yo me pongo a ver jugar a España y hago lo mismo que ellos...

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