lunes, 24 de agosto de 2009

Semana en Maastricht

Sé que soy un bastardo por no haber actualizado el blog durante el fin de semana; o durante la propia semana, ya que estamos. Pero es que entre fiestas, copas y el cansancio... ¡me ha resultado del todo imposible! A continuación, a modo de compensación, viene una entrada de diario de verdad: la semana pasada día a día.

Escribo mientras anochece, en mi habitación. Ya me he remangado y tengo mis stroopwafels conmigo. Ten en cuenta que esto va a ser largo. Te recomiendo una iluminación apropiada, algo de beber (porque estoy al día y sé que estás pasando calor) y algo de picar. Allá vamos...

Día 1 - Domingo, 16 de agosto de 2009 Mi periplo hacia tierras sureñas comienza el domingo después de levantarme tarde porque el sábado había ido a un cumpleaños (sí, no te lo conté, pero es que esta semana ha sido intensa). Sin comer, tras desayunar tres rebanadas de pan con mantequilla y mermelada, con el estómago todavía preguntándose por qué había bebido cerveza la noche anterior, hago la maleta (había comprado una bolsa de deporte en el Decathlon). Unas cuantas camisetas, unos cuantos calcetines, gallumbos y mis dos pares de zapatillas. Hecho. Además, la mochila del portátil (la de los Cazafantasmas no le hace sombra). Me doy cuenta en el último momento de que el portátil es nuevo (sí, otra historia que no he contado, pero tengo las fotos del momento de desembalarlo), así que no tiene nada. Lo vuelvo a sacar de la bolsa, lo enciendo (Windows Vista tarda una era en arrancar) me descargo los códecs, un reproductor de pelis en condiciones, apago (Windows Vista tarda otra barbaridad en apagarse) y vuelvo a embalar. ¡Mierda! ¿De qué me sirven los códecs si no llevo nada para ver? Pues nada, volver a encender (las prisas no son buenas), pillar el disco duro externo, enchufarlo (Windows detecta nuevo dispositivo y te aguantas mientras instala los drivers), encontrar series susceptibles de acompañarme en esta ocasión, copiarlas al disco del portátil (Windows alterna el tiempo restante para la copia entre 12 y 21 minutos, aleatoriamente), apagar (de nuevo), meterlo en la mochila (de nuevo) y listo para salir. Son las 15:30; he quedado en la estación Bijlmer Arena con mi compañero de trabajo para ir en tren los dos desde allí hasta Maastricht.

Como ya adelanté en otra entrada, el sistema ferroviario Holandés es riguroso y confortable (desde mi punto de vista, y comparándolo con el español). Así que, sándwich de pollo en el kiosco + zumo de arándanos + billete de tren a Maastricht con descuento (todavía no sé por qué mi compañero puede tener descuento) = 21€, o algo así; de los cuales, 16€ son el billete. Pagará la empresa. Y sí, has leído bien: el billete se compra en el kiosco.

Llegamos a Utrecht, nos bajamos de ese tren y esperamos al siguiente. Misma vía, 5 minutos, todo correcto. En dos horas llegamos a Maastricht. Al salir de la estación nos ciega el sol. Seguimos la calle caminando de frente y llegamos al hotel Beaumont.

La habitación del hotel



Cuatro estrellas, 2 edificios, habitaciones que cuando entras no ves el final, 6 almohadas, otras tantas toallas, 2 albornoces, 2 edredones, pantalla de televisión TFT, cuarto de baño y cuarto de retrete independientes, nevera, champú, acondicionador, gel, mascarilla de algún tipo (no me interesaba demasiado) y lo mejor: una bandeja con 2 tazas del Ikea, un bol lleno de sobres de café Nespresso, saquitos de té, azúcar, leche en polvo y un calienta-leches, para usar a discreción. Impagable... y ya verás por qué.

Salimos del hotel en busca de algún lugar para cenar. Al atravesar el río Maas nos encontramos una especie de verbena típica holandesa. Se trata de un palco alzado en la esquina de una plaza, donde 2 hombres tocan algún instrumento musical y una mujer vestida de rojo canta canciones populares. Son más allá de las 17:00h y hay gente en la calle, ¿será posible? ¿En qué momento crucé una frontera? ¡Es otro país!

El río Maas




Tenemos hambre y ganas de ver la ciudad, así que tampoco nos paramos demasiado. Después de merodear un poco por el centro, barajar varios restaurantes y ver la plaza mayor (en la que se celebraba un campeonato de petanca) decidimos entrar a un restaurante griego que se llama Athena.

La plaza mayor, las iglesias y el campeonato de petanca




Hace cosa de un año yo estaba por Grecia y aún recuerdo ciertos platos, nombres y saludos. Desde aquí mando las gracias a una de mis amigas griegas por recordarme vía SMS lo que se me había olvidado). Tomé zatziki, moussakaa y yogur griego con miel. Muy rico todo. Y no caro.

Comida en el restaurante griego




De vuelta al hotel, la verbena ya ha acabado. Pero hay gente en los bares de la calle del hotel. ¿Será cierto lo que ven mis ojos? La semana promete... Además, nos encontramos un Tapas-Bar. Y una aborigen se ríe de mí por hacerle la foto al sitio, ¿será posible? Le pregunto qué pasa, se ríe, seguimos el chiste y... hasta ahí.

Día 2 - Lunes, 17 de agosto de 2009 Una voz muy aguda de mujer me indica por teléfono que esa es la llamada que solicité para despertarme. Me desea un buen día y cuelga. Me ducho y bajo a desayunar. Un buffet libre que incluye tostadas, mermeladas, fiambres, quesos, huevos fritos y cocidos, bacon, tomates a la plancha, zumo de naranja natural, helado, tarta de manzana, yogur, cereales, café, té, leche... Decido que lo haré temático y que cada día probaré un poco de cada. Hoy toca dulce: napolitanas, caracolas, tostadas...

Luego llega el mini bus que nos lleva hasta el centro de formación. En él vamos conociéndonos los 5 que iríamos al curso. Puedo empezar un chiste: "van 2 holandeses, un rumano, un alemán, un libanés y un español en un taxi y..."

El día pasa bien, el instructor es un tío español muy enrollao y explica bien. Pobre, nos tiene que padecer durante toda una semana... En el centro de formación tenemos máquinas de bebidas gratuitas y el curso lleva incluida la comida. Por cierto, la comida la hace una mujer de Barcelona que ha abierto un restaurante cerca de allí. Así que se come estupendamente.


Por la tarde, el mini bus nos lleva de nuevo al hotel. Quedamos, a las 18:00h en la recepción para ir a cenar. Al entrar en la habitación me han cambiado todas las toallas (solo había usado una), han recolocado las 6 almohadas que cuidadosamente había quitado de la cama la noche anterior para poder ocuparla yo y han vuelto a doblar los edredones. Nada, a desmantelar todo de nuevo. Me mosqueo.

Después de debatir, al final deciden que quieren ir al restaurante griego del que les he hablado. Hecho. Después, los holandeses descubren que se está preparando el inkom, o la semana en que llegan los estudiantes a Maastricht. Promete ser gordísima la fiesta. Bueno, pub por aquí, bar por allá, las 12:00h y al hotel.

Día 3 - Martes, 18 de agosto de 2009 Hoy me despierta otra mujer, con voz menos aguda que la de ayer. Igual de amable, por otra parte; mucho más agradable. Pero una hora antes. De nuevo desayuno, esta vez al estilo continental: huevos revueltos, bacon, tomate, huevo frito, tostadas y yogur.

Empieza a atosigar el calor. Se prevé una ola de calor durante toda la semana. Y yo con estos pelos. Solo había llevado unas bermudas y 3 jerseys, ¿quién se iba a imaginar tal cosa? Nada, sofoco en el mini bus, a las 9 pica el sol de mala manera, clase, comida, clase, mini bus, hotel.

Hago buenas migas ya con los holandeses y el alemán. Nos entendemos bien, vaya. Hacemos coñas... y organizamos la fiesta para la noche. Antes de irnos cada uno a su habitación a prepararnos, se nos une el profe. Nos vamos a tomar unas cañas. Luego nos deja y promete que al día siguiente se viene de fiesta.

Hay una fiesta con DJs y demás en la plaza delante del mercado. Investigando un poco me cuentan que en breves termina, pero que se traslada al Mecc, un edificio de la Universidad a tomar por saco del centro.

Esta vez vamos a cenar a un tailandés. Espero que puedas perdonar que no dé el nombre del plato que pedí... pero es que ni haciéndole una foto al menú sería capaz de reproducirlo.

La idea es ir adonde está la fiesta, pero los dos holandeses brujulean un poco y descubren que cuesta una pasta y que hay que coger un par de buses para llegar. No es plan, así que nos quedamos en la ciudad, que también hay fiesta. Un par de bailoteos aquí y allá y de nuevo vuelvo al hotel. Los holandeses se quedan por allí...

Día 4 - Miércoles, 19 de agosto de 2009 Hoy me despierta un hombre con la voz aguda. ¿Están buscando una escala de frecuencias aquí o qué? He tenido que dormir solo con la funda del edredón por encima porque el calor me despertó nadando en mi propio sudor durante la noche. Desayuno: tarta de manzana, napolitanas, una muestra de cada mermelada y requesón con miel.

Se incorpora un nuevo alumno al curso. Es inglés, aunque cualquiera al verlo diría que es chino. Puedo continuar el chiste: "... se sube al taxi un chino inglés apellidado Ng y..."

El sol no deja respirar y cada descanso es un suplicio salir a la calle. Pero se agradece el aire... ¿puro? Los holandeses no se quedaron anoche mucho más que yo, pero tienen los ojos vidriosos, rojos y prefieren que no les hablemos mucho...

Volvemos a la ciudad, vamos con el profesor a tomar algo a un bar que dice ser español (con sus boquerones, vinos, etc.), con un toldo con la marca Freixenet. Nos sentamos en la terraza y el camarero nos pide colaboración para su tesis. Necesita que le cubramos una encuesta sobre alojamientos y búsqueda de hoteles en internet. Negociamos con él que a cambio nos traiga una de aceitunas gratis. Fácil, los holandeses no están demasiado acostumbrados a regatear... pero si les tocas el bolsillo, saltan. Así que eso es todo lo que le sacamos.

Cenamos en un argentino... o eso dicen. Carísimo, aunque yo pedí costilla, que era "come tanto como puedas", así que mientras yo iba pelando huesos, ellos iban trayéndome más. Acabé a reventar. Y todavía no me he olvidado de los ojos de la camarera...

Luego café "argentino", cervecitas en un par de terrazas y, de camino al hotel, otra en un pub irlandés mientras vemos una actuación de rock en directo.

Día 5 - Jueves, 20 de agosto de 2009 Son las 4 de la mañana. Me despierto con algo pateándome el estómago. Creo que ese café mezclado con esas cervezas han discutido o algo... Me preparo un té de los que dejaron en la bandeja, luego otro y espero.

Me despierta el teléfono. Un barítono amateur...

¡Apenas noto nada en el estómago! Mano de santo las tisanas, oye. Nada, para no forzar, desayuno ligerito: un par de boles de yogur, con trozos de fruta natural recién troceada y tostadas.

Hoy sí que aprieta el sol. El problema además es que aquí no sube, se queda a media altura. Así que, aparte de calentar, ciega.

Llegamos de nuevo al hotel y estoy tan cansado por el calor, que me voy a la habitación. Me quedo dormido viendo los mundiales de atletismo a través de la BBC. Me despierto y llamo a los holandeses para ver dónde están. Ya han cenado. El ambiente está muy cargado y la tormenta no se hace esperar. Me voy al restaurante de la esquina. Otro argentino, pero mucho más simple. Todo muy bueno y la carne en su punto. Me uno después a los holandeses, nos tomamos una ligerita y luego vamos a dormir.

Día 6 - Viernes, 21 de agosto de 2009 Empieza el último día, pero he decidido que no quiero que me llamen. Me despierto por mi cuenta minutos antes de que suene la alarma del móvil.

Toca rehacer la maleta, para liberar la habitación. Meto mis cosas y parte de las del hotel (¡no puedo irme sin llevarme una toalla!). Y porque las almohadas son demasiado grandes, que si no... Nada, bajo a recepción, pido la factura, pago con mi tarjeta corporativa (sí, creo que eso tampoco lo había contado) los 500 y pico euros del ala y me voy a desayunar tan feliz. Helado y dulces de nuevo.

Nuestro profesor se ha puesto enfermo, así que el otro instructor que estaba por allí se tiene que dividir entre su curso y el nuestro. Hace mucho menos calor que el resto de los días, por lo que se está muy bien allí.

Al bajar al laboratorio vemos que está todo inundado. Tiramos de fregona, mopas y rollos de papel y al final queda inmaculado. Nos ahorramos el examen final y nos dan el diploma igualmente. ¿Quién no daría lo que fuera por fregar un cuarto entre 7 y sacarse así la asignatura de Física (o equivalente) de cualquier carrera? ;-)

Comida y bus de regreso al hotel, a recoger las maletas. Todo el mundo se va, bien al hotel a dormir (hubo alguno que se quedó un día más) o bien de vuelta a su casa. Yo, sin embargo, no quiero regresar todavía. Me vuelvo junto al río, me siento en la terraza de un bar y me tomo el último café al atardecer de Maastricht. Hay una brisilla suave que proporciona una temperatura muy agradable. Las barcazas pasan por el río silenciosas, los patos las esquivan con graciosos meneos de sus colas y la gente pasea, toca los timbres de sus bicicletas atravesando el puente y charla con sus vecinos. Yo hago balance.

He pasado la última semana en una ciudad asombrosa, cargada de historia. Existe desde los tiempos de los romanos. Está repleta de monumentos y sus calles dan fe de todo ello; empedradas, estrechas, con edificios modestos entre caserones de alta alcurnia. Dos iglesias enfrentadas en la plaza mayor, junto al Ayuntamiento y el bar más antiguo de la ciudad. En ella se forjó la Unión Europea. En ella se firmó el tratado gracias al cual yo puedo estar trabajando y viviendo aquí con un simple trámite administrativo. No necesito complicarme la vida cambiando divisas. He conocido gente estupenda, de la que no solo he aprendido mucho, sino que también creo haberles enseñado mucho. Y nos proponemos seguir manteniéndonos en contacto.

El último café en Maastricht





Esta semana he vuelto a traer cierto balance a mi vida. He estado con gente, he salido de fiesta, he conocido nuevas personas, me he imbuido en la cultura local, me he acercado a nuevos compañeros de trabajo... Creo que me va a costar olvidar todo esto. También sé que me va a costar repetirlo. Con todo, recomendaré visitar esta ciudad a cualquiera que me pregunte por ella. De verdad que es difícil irse defraudado... y eso que no hablo el idioma. Pero, según dicen todos, la gente del sur es diferente.

3 comentarios:

  1. Sólo te llevaste una toalla??? No me lo creo!! Seguro que la cafetera también :-)

    Estoy viendo en tve1 Españoles por el mundo... hoy toca Amsterdam!! Seguro que no tardaremos en verte en algún programa de estos, que ahora están de moda :-))

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  2. jeje...sí, ya te estoy viendo en Callejeros Viajeros.

    Esta vez te has salido. Estoy pensando en cambiar mis vacaciones a Roma, para ir a Maastricht y hacerte una visita. ;)

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  3. Venga, permaneced atentos a esos programas, no vaya a ser que algún día os llevéis una sorpresa... y me tengáis que avisar. Porque, si me han grabado, ha sido sin saberlo.

    @Paula> Efectivamente, me llevé más cosas, pero ese calientaleches no me cabía... Lo llamo calientaleches porque solo es un hervidor. Lo enchufas, echas agua, aprietas el botón y, cuando se apaga, el agua está hirviendo. Aquí lo usan mucho. Y en Inglaterra parece que también.

    @José> Me alegro de que te haya gustado Maastricht. Si vienes avisa, que yo estoy deseando volver. Por cierto... ¡menudo veranito! Primero Ámsterdam y luego Roma. ¡Eso sí que es vivir bien! Pásalo bien. Y si quieres saber dónde hay fiesta, siempre puedes preguntarle al colega Silvio... ;)

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