domingo, 13 de septiembre de 2009

Barcelona: Días 4, 5 y 6

El miércoles no hice nada especial, creo. El jueves fui un rato de fiesta. En principio solo iba a ir a cenar, pero perdí el último tren así que me quedé un rato y luego pillé un taxi. Llegué a las 04:00h al hotel.

Como el viernes era día festivo (Diada de Catalunya), ese día fue un caos. ¡Ya no me acordaba de que el país se paraliza cuando es festivo!

Todo comenzó, de hecho, cuando llegué el jueves a la tarde al hotel. El Servicio de Habitaciones me había dejado una nota diciendo que el viernes el desayuno sería una hora más tarde. Allí bajé yo, una hora más tarde, y apuré los huevos revueltos + bacon + jamón + queso + tortilla de patatas + café para intentar llegar a tiempo al cursillo. Subí corriendo a la habitación, metí todo lo que me quedaba por meter en la maleta y bajé a recepción para hacer el check-out. Resulta que en ese momento solo estaba allí el camarero del bar y no podía ayudarme. Esperé un ratillo a que trajera a la recepcionista y comenzó el trámite. Me dio una factura con la dirección que aparece en mi DNI, pero como no me da la gana de que aparezca esa dirección, le pedí que la modificara. La dirección de Holanda no es particularmente fácil de escribir para un español, así que me dio un papel para que se la escribiera primero (bien podía haberme dejado directamente el teclado...) y total para nada, porque el código postal, finalmente lo escribió mal. Da igual, agarro todo el papeleo, pago con mi American Express y mientras voy cargando como una mula con mis 2 mochilas y la maleta de camino a la estación de tren, voy metiendo los tickets en un bolsillo y buscando el billete del tren en mi cartera. Cuando llego, a las 9:14, veo que el tren está saliendo de la estación.

En cualquier día normal, eso habría significado tener que esperar 6 minutos hasta el siguiente tren. Pero era festivo. Así que fue casi media hora. Visto que no iba a llegar a clase a la hora prevista, llamé a mi profesor (tenía su móvil porque salimos a cenar los de clase con él la noche anterior) y le conté la batalla. Pero lejos de arreglarse la situación, cuando por fin cogí el tren y llegué al destino, como seguía siendo festivo, ¡el autobús hasta el centro de formación, ese día no funciona! ¡Mecagüentó! ¡A patear! Tiqui tiqui hasta clase, con mis dos mochilas y la maleta, bajo un sol de justicia... ¿para qué coño me duché yo ese día?

Bueno, finalmente llegué, me senté y me bebí 1 litro de agua.

El viaje de vuelta no mejoró mi día y eso vendrá en entregas sucesivas.

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