lunes, 14 de septiembre de 2009

Viaje a Coruña

¡Hogar, dulce hogar!

Aunque hoy ha sido el primer día que he podido pararme un poco a darme cuenta de lo bien que se está en casita, ya llevo por aquí unos días. He estado con amigos y familia, he visitado un par de sitios y he ido de fiesta.

Esta semana tengo vacaciones, que comenzaron con el viaje desde Barcelona. Después de acabar el curso, pillé un taxi con un compañero de curso holandés y llegamos al aeropuerto. La nueva T1, tan anunciada y publicitada, se merece todos mis halagos. El personal que la atiende, sin embargo, se merece todos mis puñetazos.

Para empezar, al ir a sacar la tarjeta de embarque, de nuevo con mis dos mochilas y la maleta, el señor del mostrador de facturación me hizo saber que me hacía el favor de hacer la vista gorda y permitirme llevar 2 bultos (las 2 mochilas) como equipaje de mano. Yo le hice saber que estaba encantado con su magnanimidad y le agradecí encarecidamente su gesto. Pero, en realidad, no me gustó nada esa actitud.

A continuación, el control de seguridad no fue mejor. Lo que en Schiphol no dio problemas a nadie, en el Prat hizo que saltaran todas las alarmas. Como llevaba 2 portátiles, llevaba sus correspondientes 4 cables de alimentación + transformadores. Además, llevaba un candado Kensington (de estos de amarrar el portátil para que no te lo manguen), auriculares, el cargador del móvil, una pelota de espuma y mil cosas más, aparte de una tonelada de papeles y el manual del curso encuadernado en espiral. Pues nada, que el candado Kensington no podía pasar.

- ¿¡Pero qué me estás contando!?
- Lo siento, pero no vas a poder pasarlo. Es un cable demasiado rígido, ¿ves? -sujetando el candado en la mano, lo intentaba doblar sin éxito- y no está permitido. Además veo...
- ¡Pero que no puede ser! Que es de la empresa, que en Ámsterdam no se quejó nadie, que...
- ¿Me permites ver la bolsa?
- Sí, sí, mira lo que quieras. Que no llevo nada...
- Es que veo que llevas los dos portátiles y sus cargadores, pero este cable de aquí -ahora señalaba el cable de alimentación del portátil en la pantalla con el resultado de los rayos X- no consigo verlo en la mochila. ¿Dónde lo llevas? -como si me hubiera currado un doble fondo para esconderlo, ¿no te jode?-.
- Pues está ahí, con el resto, mira...
- Vale, vale, solo quiero verlo. Es que me parecía también demasiado gordo... -y yo pensaba, "gordas las hostias que había que darte a ti, cegata imbécil"-.

En esto se le une una compañera
- ¿Qué ocurre?
- Este cable no se puede pasar, ¿verdad? -dijo la que inició el chequeo. Pero en este punto, habían perdido ya el norte; la una no sabía de qué cable hablaba mientras buscaba el de alimentación; la otra magreaba el candado y se preguntaba qué buscaba la primera-. Me parece demasiado rígido

Y yo de nuevo:
- ¡Que te digo que solo habéis puesto problemas vosotras! Que...
- Efectivamente, ese cable no se puede pasar porque es muy rígido y no está permitido. Vas a tener que dejarlo aquí.
- ¿¡Pero qué me cuentas!? ¡Que es el candado del portátil! ¡Que no voy a estrangular a nadie con él! Y además...

Entonces se le desfigura la cara a la segunda segurata, me pone ojirrines y me suelta:
- ¡Ah!, si es del portátil sí. Es que no me había fijado. Es que el del portátil es la excepción, es que... -¿pero serás hija de...?-.

Con la tensión a punto de romperme el cuello:
- ¿¡Qué!?

Y la primera:
- ¿¡Cómo!? -dejó de buscar el cable de alimentación de la mochila-.

De nuevo la segunda:
- Es que no me había fijado, claro -aleccionaba a la primera-. El portátil y sus accesorios pueden pasar. Es la excepción.

Ni siquiera un "disculpe". Si en ese momento no llego a ver a mi colega de curso, el holandés, que me estaba esperando y se acercó (supongo que viendo el cariz que tomaban las cosas) a estas alturas me estarían sacando de la cárcel por proferir unos cuantos improperios a los agentes de Prosegur. De hecho me he vuelto a cabrear solo recordándolos. Porque, a todo esto, se unen dos aventuras más con los agentes de esta empresa, en ese mismo aeropuerto, en las que no tenían ningún tipo de razón para tocarme las pelotas de esa manera y que lo acabaron haciendo por inútiles. ¡Panda de incompetentes! A la próxima les pido el número de placa y que me pasen con su superior. ¡Estoy harto!. He dicho.

Total, que me tomé un café para relajarme y dos horas después estaba yo sentado en mi avión rumbo a Madrid.

Barajas no fue peor que el Prat, aunque el vuelo salió con media hora de retraso.

Llegué a Alvedro por la noche y espero que mi semanita aquí vaya bien. De momento, está siendo muy relajante.

4 comentarios:

  1. Bueno, lo bueno de los aeropuertos en Spain es que siempre hay algo que contar. Míralo bien, ya te ha dado para una nueva entrada, jeje.
    Pero esta claro que en el momento te dan unas ganas de darle una paliza!!!


    Y ahí va un interesante video sobre los candados Kensington:

    http://www.youtube.com/watch?v=JQcaxes8Ygk


    Por cierto por qué están desactivadas en los comentarios las opciones de edición??

    ResponderEliminar
  2. Me gustaría poder contar que me felicitaron por volar con la compañía que volé, me regalaron unos donettes y me contaron chistes mientras me hacían el control de seguridad. Pero he de conformarme con decir que tuve que tirar el botellín de agua que llevaba y que casi no me dejan pasar el candado.

    Por cierto, ¿cuántos rollos de papel higiénico sueles llevar tú encima? Si la respuesta es cero, me siento seguro :-D.

    Lo que me dices de los comentarios no lo entiendo.

    ResponderEliminar
  3. Pues me refiero a que cuando quiero escribir un comentario, no puedo ni pegar, ni cortar, ni copiar texto, por lo que pegar enlaces es toda una odisea.
    Todas esas opciones están desactivadas en la casilla de publicación.

    ResponderEliminar
  4. A mí hay veces que tampoco me deja copiar/pegar (incluso a veces, las teclas de las flechas no funcionan). Pero no encuentro ninguna opción que permita "restringir" los comentarios para estas cosas.

    Llamamiento popular: ¿Alguien sabe de qué va esto?

    ResponderEliminar