martes, 7 de julio de 2009

Mi teléfono... (esta vez sí)

A nada que seas un poco avispado habrás visto que en el título de la entrada de ayer mencionaba el teléfono... pero luego en el cuerpo no hablé de él.

En realidad es porque tenía el día de hoy planificado: levantarme temprano, llegar al curro temprano, para poder salir temprano y así salir por la tarde a tiempo para poder ir a comprar... ¡mi nuevo móvil holandés!

Resulta que aquí el teléfono va como las cosas en épocas antiguas: a granel. Tú dices: "Quiero n minutos" y ellos te lo pesan, te lo envuelven, le ponen un lacito y en base a ello te cobran un precio mensual. En realidad es más como un menú: "tenemos 50 minutos, 100 minutos, 150 minutos, 200 minutos... (continúa la serie tú, amigo lector)". Además, 1 SMS = 1 minuto. Con ello, cuando ya creía haberlo entendido todo, mi ego estaba por las nubes, ya me veía hablando sin parar y era feliz como una perdiz, ¡zas! en toda la boca. Y es que esto no vale para llamadas al extranjero, que se rigen por la tarifa de toda la vida: tanto hablas = tanto pagas. Que no es poco.

Un coñazo, vaya. Pero llegar a todo esto es, si cabe más divertido.

Aquí operan como 3 o 4 compañías populares; a saber, T-Mobile, Vodafone, KPN y alguna más. Tanto en T-Mobile como en KPN me pedían, así, porque ellos lo valen (en unos meses mis coñas de anuncios quedarán desfasadas) y porque no te soy aborigen de por aquí, unos 500€ de fianza. Uséase, que cuando hiciera el contrato tendría que dejarles la antedicha fianza y, cuando las circunstancias fueran propicias para proceder a darles la patada, gracias a su magnanimidad y gentileza características, me la devolverían y todos tan amigos, ¿eh?. Pero yo no me considero banquero ni concedo préstamos así por la cara, así que, sin siquiera comparar tarifas, me decidí por Vodafone, que solo me pedían identificación y dinero a cambio de servicio. Las cuentas claras, y el chocolate espeso.

Y por si todo esto no era suficiente, me puse a negociar. Al principio me dejé llevar por la amable dependienta holandesita de estatura media y amabilidad exquisita, hacia las tarifas centrales de la franja de su abultado catálogo en holandés. Y dije que todo me parecía fantástico y maravilloso. Y le pedí que me dijera qué móviles podía llevarme puestos a 0 euros la pieza. Y me enseñó las maquetas del expositor. Y los miré. Y los abrí. Y los retorcí. Y le dije que me dejara ver los de verdad, que tuvieran [característica aleatoria]. Y fue por ellos al almacén. Y me los trajo. Y me los desempaquetó. Y le dije que no iba a hablar tanto, que mejor me bajaba de gama.

No vi fuego en sus ojos, pero si a mi madre le ha hecho falta colonia hoy, razón aquí. Pero esto, finalmente, resultó en cierto beneficio en las condiciones finales. Porque mira tú, que de repente se acordó la muchacha de que podía ofrecerme los mismos 200 minutos al mes pero de forma que puedo mandar 2 SMS consumiendo un solo minuto, por la mitad de precio, y un móvil de gama un poco menor. ¡Tachán! Hechas. Y como no quería propagar el amargor al resto de mi familia, le señalé el Nokia 6500s que ya había visto antes, me lo trajo, activó la SIM y me fui corriendo a comprar unos auriculares para el curro... que ya os contaré. Pan comido, ¿no?

Por un día y, sin que sirva de precedente, noticias fresquitas y actividad reciente (hace menos de 3 horas que ocurrió todo esto). ¿Qué opinas de mi regate? ¿He sacado a relucir lo mala persona que soy?

1 comentario:

  1. un auténtico crack jajajaja

    si yo fuese el dependiente, un poco de fuego hubiese sacado jajajaja, pero bueno, un hurra por ti!

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